De acuerdo con la Enciclopedia Católica, el
Purgatorio es “un lugar o condición temporal de castigo para aquellos que,
dejando esta vida en la gracia de Dios, no se encuentran enteramente libres de
pecados veniales, o no han pagado totalmente a satisfacción sus
transgresiones.” Para resumir, en la teología Católica, el Purgatorio es un
lugar donde va el alma cristiana después de la muerte para purificarse de
pecados que no han sido totalmente pagados durante la vida. ¿Está esta doctrina
del Purgatorio de acuerdo con la Biblia? ¡Absolutamente no!
Él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados.” Jesús sufrió por nuestros
pecados para que pudiéramos ser librados del sufrimiento. El decir que debemos
de sufrir la paga por nuestros pecados, es decir que el sufrimiento de Jesús
fue insuficiente. El decir que debemos expiar nuestros pecados mediante la
purificación en el Purgatorio, es negar la suficiencia del sacrificio
expiatorio de Jesús. (1 Juan 2:2) La idea de que debemos sufrir por nuestros pecados
después de la muerte, es contraria a todo lo que la Biblia dice acerca de la
salvación.
El primer pasaje de la Escritura que señalan los
católicos como evidencia del Purgatorio es 1
Corintios 3:15, el
cual dice, “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él
mismo será salvo, aunque así como por fuego.” El pasaje (1
Corintios 3:12-15) es usado como una ilustración de cosas pasadas a
través del fuego, como una descripción del juicio de las obras de los
creyentes. Si nuestras obras son de buena calidad “oro, plata, piedras
preciosas,” ellas pasarán a través del fuego sin sufrir daño, y nosotros
obtendremos la recompensa por ellas. Si nuestras obras son de baja calidad
“madera, heno y hojarasca”, ellas serán consumidas por el fuego y no habrá
recompensa. Este pasaje no dice que los creyentes pasarán a través del fuego,
sino más bien que las obras de los creyentes serán pasadas por fuego.1 Corintios
3:15 se refiere al creyente “escapando a
través de las llamas”, no “siendo purificado por las llamas.”
El Purgatorio, como muchos otros dogmas católicos,
está basado en un malentendido de la naturaleza del sacrificio de Cristo. Los
católicos ven la Misa / Eucaristía como un repetición del sacrificio de Cristo,
porque no han podido comprender que el sacrificio de Jesucristo, hecho una sola
vez y para siempre, fue absoluto y perfectamente suficiente (Hebreos
7:27).
Los católicos ven las obras meritorias como una contribución a la salvación,
debido a que se equivocan al no reconocer que el pago del sacrificio de Cristo,
no tiene necesidad de “contribuciones” adicionales (Efesios
2:8-9).
De igual manera, el Purgatorio es entendido por los católicos, como el lugar de
purificación en preparación para el Cielo, porque ellos no reconocen que, por
el sacrificio de Jesucristo, ya fuimos limpiados, declarados justos,
perdonados, redimidos, reconciliados y santificados.
La idea misma del Purgatorio, y de las doctrina que con frecuencia se vinculan a él (rezar por los muertos, las indulgencia, las obras meritorias a favor de los muertos, etc.) todas fallan en reconocer que la muerte de Jesús fue suficiente para pagar la pena por TODOS nuestros pecados. Jesús, quien era Dios encarnado (Juan 1:1,14), pagó un precio infinito por nuestros pecados. Jesús murió por nuestros pecados (1 Corintios 15:3). Jesús es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados (1 Juan 2:2). El limitar el sacrificio de Jesús a la expiación del pecado original, o los pecados cometidos antes de la salvación, es un ataque a la Persona y la Obra de Jesucristo. Si debemos en algún sentido pagar por ello, expiar por ello, o sufrir por nuestros pecados – eso indica que la muerte de Jesús no fue un sacrificio perfecto, completo y suficiente.
La idea misma del Purgatorio, y de las doctrina que con frecuencia se vinculan a él (rezar por los muertos, las indulgencia, las obras meritorias a favor de los muertos, etc.) todas fallan en reconocer que la muerte de Jesús fue suficiente para pagar la pena por TODOS nuestros pecados. Jesús, quien era Dios encarnado (Juan 1:1,14), pagó un precio infinito por nuestros pecados. Jesús murió por nuestros pecados (1 Corintios 15:3). Jesús es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados (1 Juan 2:2). El limitar el sacrificio de Jesús a la expiación del pecado original, o los pecados cometidos antes de la salvación, es un ataque a la Persona y la Obra de Jesucristo. Si debemos en algún sentido pagar por ello, expiar por ello, o sufrir por nuestros pecados – eso indica que la muerte de Jesús no fue un sacrificio perfecto, completo y suficiente.
Para los creyentes, después de la muerte significa
estar “ausentes del cuerpo y presentes al Señor” (2 Corintios
5:6-8; Filipenses
1:23)
Nótese que esto no dice “ausente del cuerpo, en el Purgatorio con el fuego
purificador.” No, por el sacrificio perfecto, completo y suficiente de Jesús,
después de la muerte, estaremos inmediatamente en la presencia del Señor,
totalmente purificados, libres de pecado, glorificados, perfeccionados y
finalmente santificados.
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