(Juan 4:
24) “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren”
(1 Ts.
5: 21) “Examinadlo todo; retened lo bueno”
La
Soteriología (doctrina de la salvación) es la más importante de todas las
verdades expuestas en la Biblia. Todo verdadero cristiano debería estudiar a
fondo esta doctrina, y aprender acerca de ello. Hemos sido bombardeados,
infiltrados, enseñados y hasta convencidos con doctrinas semipelagianas a lo
largo de los últimos siglos, que han enturbiado en gran manera el entendimiento
espiritual de muchos. Es hora de que esto vaya terminando.
Aprendamos
acerca de los procesos salvíficos:
1) LA
DEPRAVACIÓN TOTAL HUMANA (Ro. 3:10-18). El hombre es malo, y está muerto en sus
pecados (Ef. 2:1). Un muerto espiritual no tiene ninguna posibilidad, como
muerto que es, de vivir. Tenemos el ejemplo de Lázaro, que mientras estuvo
muerto, permaneció en la tumba, hasta que Cristo le ordenó: “¡Lázaro, ven
fuera!”. El hombre natural no puede por sí mismo acercarse a Dios, y tampoco
quiere (Jn. 3: 19, 20). Su estado pecaminoso y de muerte espiritual (ya que es
un ser condenado), no le permite comprender ni percibir las cosas que son del
Espíritu de Dios, para él son necedad (1 Co. 2: 14)
Siendo
así, si solamente se predicara el Evangelio y Dios no interviniera a la par,
NADIE creería para salvación.
En esa
condición, ese hombre no puede, ni quiere “aceptar” a Cristo; no puede tomar
una “decisión por Cristo”. No olvidemos que está muerto espiritualmente,
destituido de la gloria de Dios, ajeno a Dios (Ro. 3: 23; Ef. 2: 12)
2) Esto
nos conduce a un segundo punto: LA ELECCIÓN INCONDICIONAL DIVINA. A raíz de la
imposibilidad del hombre de siquiera acercarse a Dios, sólo Él, porque así lo
ha querido (Ef. 1: 5), decide salvar de forma incondicional, es decir, sin la
intervención en absoluto de obra o fútil mérito o apreciación humanos.
3) Esto
nos lleva a un tercer punto: LA JUSTIFICACIÓN LIMITADA. Aunque el sacrificio de
Cristo es poderoso para salvar a todos los hombres, opera con efectividad hacia
aquellos elegidos por Dios, elegidos antes de la fundación del mundo (Ro. 8:
29, 30; 1 Ti. 4:10); los que antes conoció.
4) El
haber sido perdonados, justificados y consecuentemente salvados por medio del
Evangelio, nos lleva a un cuarto punto: LA GRACIA IRRESISTIBLE DE DIOS. Es el
tremendo poder de Dios para realizar tal obra, para salvar a quien quiso, como
está escrito: “Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos)…” (Ef. 2: 4,5). No hubo concurso humano en esta
obra. Dios no nos “pidió permiso” para hacerla. Este es otro ejemplo de Su
Soberanía. Así como no nos pidió permiso para hacernos nacer de nuestra madre,
tampoco nos pidió permiso para hacernos nacer de Él.
La obra
del nuevo nacimiento y consecuente salvación, es enteramente de Dios: “Mas a
todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, SINO DE DIOS” (Juan 1: 12, 13) Si
nos damos cuenta, lo que está diciendo está porción de la Escritura, es que los
que llegan a ser hijos de Dios, lo son engendrados por voluntad de Dios y
consecuente obra Suya, no por voluntad u obra humana.
5) Y a
su vez, esto nos lleva a un quinto y último punto: LA PERSEVERANCIA DE LOS
SANTOS. “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6); y, “Dios es el
que en vosotros produce
así el
querer como el hacer, por su buena voluntad” (2:13). Esto nos habla del sostenimiento
de esa salvación. Así como ese hombre fue salvado por voluntad divina, su
estado salvífico es mantenido por el mismo Dios, sin tener parte en ese proceso
y mantenimiento de la salvación, por ser incompatible con su naturaleza caída;
de ahí que sea imposible perder la salvación (He 10:14; 1 Juan 3:6-9, etc.)
SI DIOS
ELIGIÓ A ESE HOMBRE, ESE HOMBRE ES DE DIOS.
Así
pues, resumiéndolo
1. El
hombre está destituido de la gloria de Dios (Ro. 3: 23) (la depravación total
del hombre)
2. El
hombre si ha de ser salvo, sólo lo puede ser por elección de Dios (1 P. 1:2)
(la predestinación divina)
3. El
hombre que viene a Cristo lo hace mediante el llamamiento eficaz divino (Hchs.
2: 37) (la justificación limitada)
4. El
hombre que es salvado lo es cuando todavía estaba espiritualmente muerto
(Ef.2:1), lo cual implica un acto soberano de Dios (la gracia irresistible)
5. El
hombre cristiano sólo puede seguir siéndolo por la obra constante del Espíritu
Santo, la intercesión de Cristo en los cielos, y la gracia del Padre.
Concluyendo
Viendo
todo esto, ahora ya podemos entender mejor por qué ha habido y hay tan pocas
conversiones auténticas en el mundo (Lc. 12:32), y también podemos entender que
de Dios es la salvación, como está escrito (Jon. 2:9), y que conoce el Señor a
los que son Suyos (2 Ti. 2: 19), y que el número de los que constituirán la
Iglesia de Jesucristo, es un número concreto, sólo conocido por Dios; ni uno
más, ni unos menos (2 P. 3:9).
Dios
jamás dejará algún asunto de la salvación en manos del hombre, ¡jamás!
Por
justicia, todos los hombres de todas las edades y lugares deberían estar
condenados, ya que el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado
la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron
(Ro. 5: 12). Por tanto, la obra de salvación es una obra de misericordia, y por
tanto y como tal, Dios la realiza con quien quiere, como también está escrito:
“…tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré del que
me compadezca”, y añade: “así pues, no depende del que quiere, ni del que
corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Ro. 9:15, 16).
Entiendo
que hay cosas que son difíciles de comprender con nuestra mente limitada y tan
sacudida por las ideas seculares y humanistas de hoy en día, pero si somos de
Dios y nos disponemos a creer Su verdad revelada, quizás no lo entendamos todo,
y menos a cabalidad, pero sí sabremos que esa Verdad revelada, es verdad, y
consecuentemente producirá en nosotros el buen fruto que persigue.
SOLI DEO
GLORIA
© Miguel
Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España. Julio 2014
www.centrorey.org
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